El Rincón de los Niños Perdidos

"No hay ensayo general, cada día es debut y despedida"

lunes, mayo 30, 2011

Desencanto Cinéfilo

Desde que tengo uso de razón, he sido un ferviente seguidor del mal llamado séptimo arte (pues para mi ocupa un lugar mucho más alto en dicha escala). Recuerdo como mi ya difunta abuela repasaba conmigo todos los sábados la cartelera de Santander para establecer la película que podía ver y la que no. Eran tiempos aquellos, mi joven padawan, en los que un crío de 12 años podía entrar en las salas en las que proyectaran películas Aptas para todos los públicos o haciendo un esfuerzo, a las No Autorizadas a Menores de 13 años. El señor de la gorra, que rasgaba con cierto aire de misticismo las entradas, no solía atender a razones si un renacuajo pretendía entrar a una proyección no autorizada para menores. Eran tiempos en los que Rambo, Cobra o Commando eran películas que reventaban las cajas de los videoclubs. Cualquier muchacho de mi edad las había visto, al igual que yo, en una de esas quedadas un fin de semana en casa del amigo de turno al que los padres dejaban a cargo de unos hermanos mayores que tenían otras inquietudes que ahora no vienen a cuento, pero que luego todos fuimos conociendo. Eran tiempos bonitos. Recuerdo haber visto películas de todo tipo, de todo género y de todas las calidades posibles, pero siempre recordaré la satisfacción de haber visto “algo prohibido”. En este aspecto recuerdo incluso haber visto a los 14 la casposilla Holocausto Caníbal, que a ciertas edades, máxime con su leyenda de veracidad, puede impactar bastante. Aún recuerdo a toda la panda que estábamos ante el televisor con aquellas de caras de “a mi esto no me impresiona”, seguramente en un intento de ensalzar la hombría que traía implícita la pubertad, a pesar de que, por dentro, como años después reconocimos, todos deseábamos apartar la mirada de aquel esperpento sin sentido de sangre y vísceras.

Recuerdo también con mucho cariño a mi difunto abuelo dando propina a los acomodadores. Porque si amigo mío, existieron y soy de los que piensan que nunca debieron irse. Daban ese golpe de elegancia y magia a las salas, el mismo que posteriormente se ahogó en las palomitas, las cocacolas de litro y los pies sobre la butaca. Eran gente amable con los que, a base de ir casi de continuo al cine, entablé una bonita relación con los años. Cuando a los 18-20 años iba al cine, lo hacía en muchas ocasiones solo. Siempre entraba un rato antes para conversar con alguno de ellos sobre qué tal era lo que iba a ver, que estrenaban en breve o simplemente sentirme un poco más cerca de toda aquella magia que siempre representó para mí el trabajar en un cine. Ir al cine era, más que el pasatiempo actual, un acto social donde encontrabas juntos al abnegado padre con sus hijos (gracias papá), al señor sexagenario con su elegante señora envuelta en pieles y al gafapasta de los ochenta, pero todos ellos con un enorme respeto convivían en la oscuridad de la sala y hacían que la magia siguiera haciendo girar las bobinas en el proyector. Desde luego, había veces que veías una gran película y había otras que no te dormías por pudor, pero la emoción y la magia del cine siempre estaban ahí.

¿Y a qué viene esto Azid? se preguntará alguno. La respuesta es simple: No sé muy bien porqué ni como, pero a mis casi treinta y siete, la magia se ha ido. Así sin más. Las salas de cine me parecen, cada día más, los peores sitios donde disfrutar de una buena película. Su afán consumista (palomitas, butacas VIP, Dolby Pro Logic Hipersound, el maldito 3D, ¡esos precios!!…) y la falta de educación que tenemos con quienes quieren disfrutar de la película y no vienen a pasar el rato (pies sobre la butaca delantera, comentarios pretendidamente graciosos a viva voz, el masticar de palomitas con el “modo hormigonera ON”, esos malditos móviles y sus chistosas melodías,…) han terminado, para mí, con el cine como tal. La única manera de disfrutar de una buena historia es poder verla en casa, pero el encanto y la magia de la sala de cine se desvanecen.

No sé que fue antes, si el huevo o la gallina, pero creo que la falta de originalidad y la cantidad de basura cinematográfica va estrechamente ligada a esto que he comentado. Está claro que los blockbusters siempre han existido, que películas con 100.000 tiros y ninguna frase coherente nos han hecho saltar de emoción en la butaca y que no ves la vida igual con 15 que con 37, pero esto del “todo vale” tiene que terminar. Se hacen películas como churros y unas recuerdan a otras y las historias que has conocido ubicadas en Galicia, en un año las ves casi calcadas en la India (véase el futuro remake de Mar Adentro). Por otra parte parece que los magnates del cine persiguen, con su cine, potenciar el hecho de que las salas sean enormes y frías cajas en las que asistamos a películas sin argumento llenas de explosiones y persecuciones al límite, que sacan provecho al 100% del megasonido y la pantalla panorámica (cuanto más grande mejor). Si no es por la pasta, no acabo de entender el porqué se distribuyen cada vez más copias de películas efectistas y vacías y se “esconden” las historias que hacen que uno vuelva a encontrar una brizna de magia en la sala de un cine. Tengo la firme creencia de que el cine tiene parte de magia y parte de negocio, pero de un tiempo a esta parte, el negocio aplastó a la magia a golpes de FX, Dolby Pro-Logic y 3D.

No me vale la doctrina que defiende que el cine da lo que pide el público. Hace años, las salas urbanas proyectaban “lo que llegaba” y los cines se llenaban. Desde la aparición de las multisalas en los centros comerciales del extrarradio, los cines de verdad desaparecieron al carecer de la multioferta y una vez que ellas cogieron el monopolio, te puedes encontrar que en 3 de las 7 salas proyectan la misma película llena de monstruos azulados o piratas amanerados. ¿Qué opciones tiene un cinéfilo de ver películas como Las Vidas Posibles de Mr. Nobody (a mis efectos una de las maravillas del pasado 2010) en una sala de cine? Escasas. Si por el contrario te unes a la masa y acudes a ver un blockbuster, puedes escoger la sala en la que menos a disgusto disfrutar de tu kilo de palomitas con Coca Cola. Es cuestión de mercado, de acuerdo, pero el mercado, como te digo amigo mío, se ha impuesto a la magia y la ha hecho desaparecer prácticamente.

No me gustaría que esto se entendiera como un ataque a los blockbusters, porque no lo es. Considero que hay, en su género, peliculones como Iron Man o las originales de Piratas del Caribe y Transformers, entre otras, que son dignas de ver en la oscuridad de la sala, aunque sus secuelas den más pena que otra cosa.

He perdido las ganas de hablar de cine, de esperar tal o cual estreno, de entusiasmarme escribiendo la crítica de lo que vi la pasada semana. Ya no hay ganas, no hay fuerzas, no hay magia. Seguiré por aquí intentando hablar de lo que se tercie, aunque el cine seguirá siendo algo recurrente por uno u otro motivo, aunque quizás otros temas me hagan recuperar las ganas de colgar algo por aquí todas las semanas.

Aún así, es bonito, en este panorama desolador, encontrar pequeñas joyas que te hacen seguir abrazando la esperanza de que algún día todo vuelva a la normalidad, que no todos los cineastas han decidido abandonarse y que sigue habiendo gente muy válida que cree en lo que hace sin dejarse condicionar por lo que esto va a reportar a su cuenta bancaria.

Este es el caso de Kaydara, un mediometraje francés inspirado en la saga Matrix, realizado con maestría por Raphaël Hernández y Savitri Joly-Gonfard, del que un servidor no tenía noticia. Ha llegado a mis pupilas gracias a otro (y van…) generoso correo de mi gran amigo Mr. Felt. En él me escribía: “Casi una hora de lo que falta en el cine actual: Talento”. El vídeo dura 55 minutos pero es una delicia de principio a fin y me he decidido a compartirlo con vosotros como colofón a este post, un tanto errático, un tanto pesimista, con el fin de intentar ver el vaso medio lleno en lugar de medio vacío, pues creo que esa es la postura que debemos adoptar los que alguna vez sentimos la magia.


KAYDARA official film

PD1: Si queréis verla con los subtítuos en castellano, en la parte superior del video aparece la opción Subt., lugar donde podréis escoges ES (español).

PD2: La página web de esta maravilla os la dejo por aquí.

Escuchando: Wolfgram Amadeus Mozart - Lacrimosa

domingo, mayo 08, 2011

Las Filtraciones de Pedro

Pedro Almodóvar no gana para sustos.  A escasos días de que de comienzo el Festival de Cannes, en el cual concurrirá con su nuevo trabajo, La piel que habito, en la sección oficial, y por lo tanto en ese mismo enclave dará a conocer a todos su obra, se ha filtrado un teaser. 

A diferencia de sus anteriores trabajos, que solían estrenarse en primavera, La piel que habito verá la luz en septiembre. Durante todo este tiempo ha sido más que un secretismo todo lo relacionado con esta libre adaptación de la novela Tarántula de Thierry Jonquet. Aunque esta es la tónica habitual del manchego. 

Desde que se supo que era una de las cintas seleccionadas para Cannes alguna que otra imagen ya se han podido ver, pero es ahora gracias a algún intrépido que podemos disfrutar de estos escasos segundos para ir abriendo boca. Acudid raúdos y veloces pues no le aguro mucho tiempo por la red, ya sabéis quien avisa no es traidor. Seguiremos informando



Escuchando: Como un susurro - Ramoncín

jueves, mayo 05, 2011

Carne de Neon. Versión Larga

TÍTULO ORIGINAL Carne de neón
AÑO
2010

DURACIÓN
113 min.
DIRECTOR
Paco Cabezas

GUIÓN
Paco Cabezas

MÚSICA
Oscar Araujo, Julio de la Rosa

FOTOGRAFÍA Daniel Aranyó
REPARTO
Mario Casas, Vicente Romero, Macarena Gómez, Ángela Molina, Darío Grandinetti,
Blanca Suárez, Dámaso Conde, Luciano Cáceres, Antonio de la Torre, Vanessa Oliveira, Juan Carlos Vellido PRODUCTORA Coproducción España-Argentina-Francia-Suecia
GÉNERO
Thriller. Drama. Comedia negra | Crimen


Hace tiempo que por estos lares publiqué Carne de Neón, uno de los cortometrajes españoles más visualmente impactantes. Su director, Paco Cabezas, siempre dijo que algún día rodaría la historia en largo, como a el le hubiera gustado en un principio y ese día ha llegado. El resultado ha sido bastante irregular y aún me pregunto porqué no se habrá dejado la historia tal cual estaba, pero hay que reconocer que la nueva y alargada visión de la historia, tiene su mérito y valentía.

Carne de Neon narra la historia de Ricky (Mario Casas), un muchacho que ha sobrevivido en la calle a base de trapicheos desde que fue abandonado a los 12 años. Su vida se ha desarrollado junto a prostitutas, chulos y yonkis, con los que mantiene estrechas relaciones. Ahora, con 23 años y ante la inminente salida de la cárcel de su madre, Pura (Ángela Molina), Ricky decide poner en marcha un club de alterne, el Hiroshima Club. Un puticlub como regalo, donde ella pueda trabajar, ser la regente y dejar su pasado como prostituta. Ricky se enfrenta al pasado de una madre que le dejó tirado años atrás, y los profundos sentimientos de un hijo que lucha por recuperar el cariño y amor de ella. Pero la feliz idea resulta no ser tan sencilla de poner en práctica y, para ello, Ricky contará con la ayuda de unos amigos de los más extravagantes.

El primer y mayor problema que encuentro en la revisión de Cabezas, es el propio Mario Casas. El Ricky original fué interpretado genialmente por un agitanado Oscar Jaenada y su madre por una morbosa y alocada Victoria Abril. Sin querer entrar en comparaciones, diré que Casas está ausente toda la película. No tiene ni la credibilidad ni la fuerza que necesita su personaje. Es curioso notar claramente como en todas y cada una de las escenas en las que aparece, es "tapado" por alguno de los, por otra parte acertados, secundarios. Es lógico pensar entonces que la historia quedará herida de muerte si su protagonista está desaparecido desde el principio.

Todo lo contrario pasa con los secundarios. Ángela Molina saca a pasear el talento y demuestra que puede con todo, por muy sórdido que sea el papel. Su interpretación de madre de Ricky es a veces cómica, a veces tierna, pero siempre dramática y muy bien desarrollada. Macarena Gómez dota de un enorme realismo a La Canija, una prostituta yonki, disfrutando de algunas de las mejores escenas de la película. Su "pareja" en la ficción es Angelito, en mi opinión, el mejor personaje de la película. Está interpretado por Vicente Romero, quien dota al chulo de la mala leche y la violencia que merece, a la vez que deja entrever una ternura bajo toda esa coraza, que hace que el espectador le coja un cariño especial (a pesar de que es un sinverguenza redomado). Luciano Cáceres da vida al Niño, un chiquillo atrapado en el cuerpo del fiel matón de Angelito. Sin duda es el papel más tierno y dramático de la historia y Cáceres lo hace brillar (estupenda escena tras el parto y su entrada al rodaje porno). Contra todos ellos aparece Darío Grandinetti en el papel del Chino, el malvado capo mafioso de turno, que aparece poco, pero muy bien retratado. Antonio de la Torre cumple su papel y aunque su personaje, una vez vista la película, es de vital importancia en la trama, aparece unos 20 minutos. Menos de lo deseado aparece la sexy Blanca Suarez, interpretando a la hija de De la Torre. Su aparición es mero trámite, pero lo solventa con corrección.

Cualquier admirador de Guy Ritchie encontrará en Carne de Neón muchas similitudes con las obras del británico: Tramas entrecruzadas a golpes de suerte (o falta de ella) en el mundo del hampa, personajes variopintos, repentinos acelerones de guión y mala leche. Muy mala leche. Ritchie no escondió su admiración por el cine de Tarantino y Cabezas deja ver claramente la suya por el director de Snatch, aunque dota a la historia de una sordidez ibérica difícil de olvidar. Escenas como la subasta de mujeres, las instrucciones a las chicas del Hiroshima o las decisiones que se toman sobre la joven inmigrante, son situaciones que podrían incomodar a más de uno, pues su dureza, moralmente hablando, raya lo dañino.

En resumidas cuentas, lo que falla en Carne de Neón (y no falló en el cortometraje previo), es que el personaje principal no funciona. Todo a su alrededor es sórdido, sin escrúpulos y violento, mientras que él parece no pertenecer a ese mundo que pretende controlar. No puedo creerme que un muchacho con la parsimonia y ausencia de mala leche de Casas, pretenda montar un club de alterne y enfrentarse a la mafia local. Si eso falla, la película se desmorona. Me hubiera gustado ver que hubiera pasado con un Jaenada como el que encarnó al Ricky original. Las buenas actuaciones de los secundarios, algunos giros de la trama y la conjunción de violencia, drama y comedia a buen ritmo, mantienen el nivel de la película en un aprobado raspado.

Lo mejor: El tono cachondo y alocado heredado de Guy Ritchie.
Lo peor: La falta de fuerza de su protagonista.

Contenido: Violencia: 4, Sexo: 2, Comedia: 3

Escuchando: Pat Benatar - Heartbreaker