Si alguien me pregunta por cual es la película que más me hizo revolverme en la butaca y pasar un rato bastante incómodo, sin duda afirmaría que fue Funny Games, del alemán Michael Haneke. En ella un joven, con la excusa de pedir unos huevos, se acerca una cabaña junto a un lago, donde un matrimonio y su hijo están pasando unas vacaciones. Lo que comienza como un hecho casual pronto se vuelve una pesadilla cuando la familia es obligada por el joven y su acompañante a realizar actos vejatorios y participar en juegos de caracter sádico.Aquí no hay Freddy Kruegers, ni fantasmas, ni siquiera extraterrestres envolviendo cuerpos en vainas. Este es un claro ejemplo de a veces no hay nada más terrorífico que el propio ser humano. No me había inquietado tanto desde Henry, retrato de un asesino. Aunque pudiera parecer lo contrario, la violencia visual, aunque presente, no es significativamente mayor a la que pudiera tener cualquier estreno actual. La crudeza de esta película reside en la inmensa carga de violencia emocional que impregna toda la historia.
Pues bien, ahora que esta de moda y diez años después del original, Hanekke ha decidido "remakearse" a si mismo. Para ello se nos ha ido a los Estados Unidos y ha reunido un reparto de lo más sabroso. Por un lado, la familia "feliz" estará formada, ni más ni menos, que por Naomi Watts, Tim Roth y Devon Gearhart, mientras que los visitantes inesperados serán Michael Pitt (al que siempre veo hacer de "pirao") y Brady Corbet.La película se encuentra en fase de post-producción y no tardará en ver la luz. No se cómo será el remake, aunque muy difícil lo tiene para superar al original. Eso si, el ver a Naomi Watts ayuda bastante.
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