Léolo

Por lucy liu

En un nuevo afán por acercaros a todas esas películas, que son muchas, que para bien o para mal han marcado mi existencia, esta vez comentaré una cinta que data de 1992: Léolo, del malogrado Jean-Claude Lauzon.

Hace ya quince años de su estreno, fecha, más o menos de cuando la vi y en agosto hará diez años de la marcha de su genial director. Estoy completamente convencida de que si no hubiera sido por su repentina muerte ahora estaríamos hablando de un genio en vida, pues aunque su carrera cinematográfica fue muy corta, Léolo es una muestra del cine más surrealista y delicado jamás visto.

Léolo es un niño que vive con su familia en un modesto barrio de Montreal, está totalmente convencido que proviene de un tomate fecundado por un italiano. Su familia es de lo más pintoresca, tiene un hermano fanático del culturismo, dos hermanas con trastornos mentales, un padre que vive obsesionado con la salud de la familia, una oronda madre que abarca a todos y un abuelo al que cree culpable de todo el mal que acarrea su familia. Para colmo está enamorado de su vecina Bianca, una joven italiana. Para escapar de las redes de la locura, Léolo se crea su propia realidad onírica, que en ocasiones se confunde con la propia realidad y comienza a escribir ávidamente todo lo que se le pasa por la mente. Un viaje iniciático hacia la adolescencia. Las penurias, desgracias y miserias de una familia, que sumida en la locura puede que estén más cuerdos que cualquiera de los que les rodea.

Es una película compleja, tanto en la forma como en el contenido, pero dotada de una belleza real inigualable. Son continuos los latigazos que nos da, mostrándonos la crudeza de la realidad, sin endulzamientos ni máscaras.

Puede que intentar resumir lo que es Léolo con palabras sea una ardua tarea, pues creo que la mejor manera de sentir lo que significa Léolo es viendo la película.

Todo en Léolo es pura literatura poética, desde la banda sonora hasta la acertada voz en off. Desde los títulos de crédito nos vemos inmersos en una música hipnotizadora que se irá repitiendo a lo largo de toda la cinta adentrándonos en el universo de Leolo. En cuanto al resto de los cortes que forman la banda sonora encontramos piezas muy bien encajadas, mezclando temas en varios idiomas – va del ingles al francés pasando por el italiano – que nos dan una idea de la amalgama de culturas que vive en aquel barrio. Así podemos encontrar temas como el You can´t always get what you want de los Rolling Stones o nombres como Tom Waits. Y para recordar el fragmento de la canción de Bianca, que se repite varias veces a lo largo de toda la película decorada por el verde campo de Sicilia.

La voz en off que nos acompaña en todo el viaje, nos narra en la persona de Léolo, todo lo que escribe para escapar de la locura. Es continua la frase “Porque sueño, yo no lo estoy” aludiendo al poder del mundo onírico como salubridad de la mente. Todo lo relatado tiene un sentido muy explicito, las frases están construidas concienzudamente y dando el sentido que en cada momento quieren dar, como cuando Leolo dice: dicen que ese es mi padre pero sé que yo no soy su hijo. Un personaje con bastante peso en la cinta es el “domador de versos”, encarnado por un vagabundo que recoge de la basura todas las cartas o escritos que encuentra. Personaje que al final del metraje queda a una libre interpretación. Pues en la gran mayoría de las ocasiones la realidad se funde con los sueños engañando a nuestros sentidos. Es el espectador quien debe interpretar lo que ve y discernir entre la fantasía y la realidad.

En cuanto al director, como anteriormente cité, al poco tiempo de realizar esta película, tuvo un fatal accidente y falleció, hasta la fecha era corta su filmografia, unos cuantos cortos y un largo anterior llamado Un zoo la nuit. Poco se puede decir de él, solo que desgraciadamente, tras ver esta obra de arte, nos quedamos huérfanos y el sentimiento de incertidumbre nos irrumpe pensando en todas las películas que podría haber hecho.

En relación al elenco de actores, la gran mayoría ha centrado su carrera en el marco de la televisión y poco ha trascendido a nuestro país. En ambos casos es una lastima el no poder comentar ningún dato. Pues en el caso de los actores, creo que su interpretación fue muy acorde con el ambiente de la película. Posiblemente si hubieran tenido otra estética no hubiese sido tan creíble, y la película no sería la que es.

Algo que tengo que agradecer a Leólo es el gusto que me transmitió por esta clase de cine. La primera vez que la vi me dejó impactada, con el tiempo mi mirada cambió en algunos aspectos pero me sigue dejando clavada en el sillón, repitiendo una y otra vez las frases que se dicen. Y como ya he dicho anteriormente hay que verla para sentirla, pues es compleja de explicar. Como el tacto suave del terciopelo sobre las yemas de los dedos. Algo que te traspasa más allá de lo real, porque sueño, yo no lo estoy.